El ojo tiene dos lentes cuya función es enfocar las imágenes en la retina, la primera lente es la córnea, Es transparente y está al frente del ojo en contacto con el aire -como el vidrio de un reloj- , está cubierta por las lágrimas. Es la lente con mayor poder del ojo y sólo funciona bien en contacto con el aire -por eso no vemos casi nada debajo del agua-. Esta lente es muy estable y su poder varía muy poco a lo largo de la vida. Las lágrimas, sin embargo, no son tan estables y se degradan con la edad. La córnea es, además, la responsable de la mayor parte del astigmatismo. La segunda lente, que completa el enfoque de las imágenes en la retina, es el cristalino. El cristalino es la lente natural que todos tenemos dentro del ojo; está ubicado justo detrás del iris. Al nacer, es casi totalmente transparente y muy elástico. Puede moverse para enfocar por medio de músculos dentro del ojo. Envejece con el tiempo -como todo tejido- perdiendo transparencia muy lentamente y volviéndose cada vez más duro; es el responsable de casi todos los cambios de anteojos a lo largo de la vida y, muy especialmente, de la presbicia. Ya a los 50 años es de color amarillento, rígido y ha perdido la capacidad de enfocar. Uno de los problemas más graves es precisamente el avance lento: uno pierde capacidad visual tan lentamente que no se da cuenta y se resigna, o cree que ve bien. Es muy frecuente en el consultorio ver la sorpresa de pacientes de más de 50 años que no eran conscientes de su escasa agudeza visual, incluso en casos muy avanzados. Hay que experimentarlo para entenderlo.
Antiguamente se hablaba de catarata asociada con la vejez y se refería solo a la condición más extrema de envejecimiento del cristalino. Sólo se operaba cuando el paciente estaba casi ciego, porque el trauma quirúrgico era demasiado y el beneficio era demasiado poco. Es por eso que se hablaba de la “madurez de la catarata”, un término que hoy ya no tiene ningún sentido. Hoy se ha avanzado técnica y tecnológicamente para reemplazar el cristalino antes de la vejez, siempre que la visión a obtenerse sea mucho mejor que la visión previa, Además, muchos pacientes deciden operarse para liberarse del uso de anteojos, ya que las lentes multifocales permite recuperar la visión a todas las distancias de manera definitiva. Implantar lentes multifocales implica un gran cambio en todos los aspectos de la cirugía: en las mediciones previas, en la excelencia de las lentes y otros insumos, la modernización del entorno quirúrgico, el entrenamiento del cirujano en las nuevas técnicas y del acompañamiento del paciente en el postoperatorio durante la adaptación a la nueva visión.
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